Texto por Bere Equis
Fotografías por Belén Colunga Solís
La
encargada de abrir el evento fue la histórica banda Stress, cuyo
baterista aumenta la energía en una rola de 0 a 100 a ritmos vertiginosos mientras el bajo crea un sonido distorsionado y pronunciado acompañando a los interludios, que
no pueden faltar, una especie de homilía dominical al micrófono con letras
que intentan romper todo tipo de estructuras. Stress, sin duda alguna,
nos presenta uno de los géneros más extremos, ruidosos y brutales que existen:
el grindcore. Mis rolas favoritas del setlist fueron “Patriotismo
fascista”, “Pregunta”, “Conocimiento encadenado” y “Deshumanización”, esta
última con el señor Lobo (Verdugo y Orgön Jihad) como
vocal, cruce generacional que aplaudimos por la química en el escenario y la
impresionante voz del invitado. Es precisamente por tales razones que esperamos
vuelvan a dar otro paso juntos. Les deseamos larga vida a su colaboración, y
como diría el gritante de Stress: “Ruido o muerte: hasta el noise
siempre”.
El
Grito, los siguientes en tocar, tal como lo marcaba el cartel,
es quizá una de las agrupaciones que mejor ejecuta sus instrumentos
musicales dentro del hardcore, es de las más antiguas, también de las más
valoradas y preferidas dentro de la escena sonorense y nacional, y que sin duda han marcado el camino para las nuevas generaciones. Esa noche el vocalista exudaba
un relax que purificaba a propios y extraños, súmenle a eso la experiencia que
da la “n” cantidad de veces que esta banda, con poco más de 25 años de
actividad, ha pisado un escenario. Entre otras rolitas, las más prendidas
fueron “Decadencia” y “Respeto”. Lo atribuyo a que andaba en modo nostálgico y
además están plagadas de reminiscencias al más puro estilo hardcore old school.
En pocas palabras, fue notoriamente un performance impecable con un sonido
limpio sin perder la agresividad y donde la batería sobresale porque le da a la
banda el empuje de la técnica y la velocidad. Tampoco pasó inadvertido el buen
solo que se aventó el guitarrista (para que no machaque el Anomia con el mismo
tema).
Durante
la participación de El Grito sobrevino ese momento, que por sencillo que
parezca, quienes asistimos al evento no olvidaremos, cuando Jimmy (el frontman),
con especial cariño y consideración, le dedicó “Sudor y sangre” al buen Micky
de Otra Vez, por su natalicio, sí, un 2 de octubre. El gesto dolió
porque seguimos tristes por su partida, pero el sentimiento de gratitud hacia
él es infinito.
Pasando
a otro tema, la etapa Covid complicó múltiples facetas de nuestras vidas,
incluida nuestra diversión, en este caso las tocadas. Por si había lugar a
dudas, la asistencia de esa noche demostró una vez más que pase lo que pase no
podemos dejar el ruido.
Al inicio de la tocada, ese mismo Covid echó abajo las intenciones de hacer slam como solía hacerse, pues hasta
ese momento nos habíamos contenido "haciendo" slam en nuestro lugar, con
movimientos un poco herrumbrados, algo tiesos y torpes, muy modositos cuidando
las medidas de restricción sanitarias. No obstante, al llegar el turno de Suciedad
Discriminada, instantáneamente se nos quitó la rigidez muscular con la
rola “Punk suicida” y al unísono fuimos testigos, nadie nos contó, cuando algunos de los presentes se aventaron a los placeres de girar y girar con otros como antes: la
alegría y la buena vibra fueron contagiosas… en verdad incomparable la
sensación. Escuché al Billy (ex integrante de bandas como No más No, Stress,
Anarkoi) gritar “más jalea”, y de inmediato recordé una de las tantas hazañas
-porque lo fueron en el contexto de la época-, magistralmente narradas por el Choco
(Amílcar Peñuñuri, baterista y vocal de Suciedad Discriminada)
en su tesis de licenciatura, La historia del rock and roll en Hermosillo,
1983-1992. Fue muy divertido escuchar, mientras se aventaban una de sus melodías, un comentario al margen del mismísimo Amílcar: “¡Gracias banda!
¡qué bueno que no se les olvidó bailar con el Covid!”.
Continuó
la tocada con una banda visitante, Helltroopers, banda thrash, crossover
y d-beat con una buena ejecución, con canciones llenas de poder y distorsión;
una de las muchas bandas, por cierto, en las que participa el Thrasher.
Después
de Helltroopers, y calentando motores para no perder potencia en el
arranque, subió al escenario Motöraiser, vecinos fugaces de la ciudad
semillero de jóvenes (y no tan jóvenes) promesas, tierra de la cual han salido
una gran lista de buenas bandas: Ciudad Obregón. Motöraiser, rugido
sonoro que siempre nos complace escuchar. Dio gusto ver que el grupo tenía su
tendidito con excelente merchandising, como las camisetas de la banda,
discos compactos, posters, pins, parches y calcas, todo dentro del Hazlo Tú
Mism@.
En
esta gran ocasión se dieron cita figuras que pertenecieron o pertenecen aún a
las alineaciones más representativas de la triple entente (punk, hardcore, metal y sus ramificaciones) de esta ciudad y del estado entero. Fue una lluvia
de perseidas.
Entonces
llegó lo más esperado de la velada: Atoxxxico. No la primera, pero sí
una de las más importantes en la historia del punk hardcore mexicano. Atóxxxico
apareció en el escenario y el “slamómetro” (término acuñado por Amílcar
Peñuñuri) fue el indicador de que el furor y la emoción de escuchar a esta
banda subía el nivel de adrenalina. Interpretaron rolas clásicas como “De rodillas”, “Punks
de mierda”, “Puerco policía”, “Divisiones absurdas”, entre otras. Tal como lo
describe el Choco en su tesis: “veían a las bandas como rocolas humanas,
pidiendo tal o cual rola de su agrupación favorita”. Sucede siempre y esta vez
no fue la excepción. Ante la insistencia de la raza, y sin contemplaciones, Thrasher
(el vocalista y bajista) les contestó: “no estén chingando, no somos mariachi…
vamos a tocar lo que nos dé la gana, vamos a tocar todas”.
Pasado
el respingo ocurrió uno de esos instantes que espero será capturado en la
memoria como un momento histórico, y aquí me refiero cuando Atoxxxico le
dedicó “World Under my Fingernail” (cóver de Fear of God), a
quienes en mi opinión son los héroes no reconocidos, quienes ayudaron a
unificar la escena y que han pasado a formar parte de la piedra angular del
movimiento contracultural en Sonora, sobre todo aquel que se gestó en los
primeros años de la década del 2000, y que caló muy fuerte en la colectividad: Stress.
Don Rubén (miembro honorario de Stress) estaba visiblemente
emocionado. Nos congratulamos con la dedicatoria: se sintió chido el
reconocimiento.
Atóxxxico se
escucha como Atóxxxico. Me es imposible enumerar la cantidad total de
agrupaciones en las que ha participado o las que ha originado el Thrasher,
vocal y bajista de Atoxxxico. Es cofundador de Massacre 68, AK47,
Cacofonía y Helltroopers, siendo también integrante clave de Anarchus, además se
ha involucrado en la organización de festivales masivos y es un constante
creador de fanzines y material de contenido para radio; un músico virtuoso, un
músico reconocido de la escena subterránea: la precisión y la técnica al paso
del tiempo en sus ejecuciones es incuestionable. Pertenece a una banda que a su
vez se desdobla de otra: ha sucedido que en una tocada se ha subido tres veces,
con tres grupos distintos, eso habla de la gran habilidad que ha desarrollado.
Varios
sucesos de la presentación de Atóxxxico en Hermosillo la volvieron
memorable, superando todas las expectativas. En medio de ese ánimo festivo que
serpenteaba en el aire y se intensificaba junto al escenario, intentando dejar
de lado el estrés, consecuencia del confinamiento, me conmovió profundamente
ser testigo de un incontenible abrazo entre colegas, efusivo en el contacto,
fraterno, una de las principales muestras de afecto que extrañamos mucho de la
vida previa al Covid 19.
“Existe
más poder en un fuerte abrazo que en mil palabras bien articuladas”,
refería Ann Hook, autora de novelas y cuentos. Intentamos preservar la
fraternidad pese a que buena parte de lo que sucede hoy es la negociación de
los límites individuales, inexistente antes de la pandemia.
Hablando
de hacer comunidad, y ya para cerrar, me gustaría sacar a relucir la valentía
de organizar eventos como estos, lo cual se logró gracias a una alianza de
bandas (subterráneas e independientes), como sucedía en los días de antaño.
Bere Equis
Actualmente es miembro y fundadora del colectivo Contra Divisiones Absurdas Crew y coeditora de Veneno Zine y Plan Nueve B Zine. También es mamá punk y mujer comprometida con la congruencia.
Belén Colunga Solís
Amante de la música independiente y colaboradora de Política y Rock And Roll Radio programando mayormente ska, reggae y rocksteady. Escúchala los jueves por la noche.
www.instagram.com/belentzin_/
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