MEMORIAS SOBRIAS Y REFLEXIONES ANDANTES
Por Bere
Tú eres el carnero negro,
Yo soy el carnero negro.
Muerto está, así que yo no vivo ya,
sino que tú eres yo y yo soy tú.
Fragmento del cuento
“La puerta de piedra”
de Leonora Carrington

Gran razón tiene Élmer Mendoza al afirmar que “el México del norte es casi otro país”. En Mexicali, ciudad natal de Carnero Negro, se sobrepasan los estándares, se toman muy en serio la importancia de hacer cosas distintas. Ahí tenemos el Art narcó, como una expresión cultural, de tal modo que, partiendo de dos premisas: “la vida es cosa de todos los días” y “la impunidad comienza con el silencio” (frase de González Iñárritu), podemos asegurar que Carnero Negro no se calla; es la historia de un sueño perseguido (2004), este grupo “no pudo hacer otra cosa más que soñar, soñar activamente, es decir, no soñar para evadirse, sino soñar para ser, para estar con ese producto imaginario…” podría expresar Juan María Alponte.
En la jerga de los españoles diríamos: “Nos hablan de Carnero Negro y mojamos bragas”. ¿En qué consiste su magia?, ¿por qué les rendimos culto? Carnero Negro emplea un grind experimental, hardcore y noise core, auxiliándose de samplers que le dan voz a los personajes y situaciones cuyas narraciones escuchamos; cito al Difunto: “en la tele, el periódico, en el barrio, en tu casa, en todos lados”, ante la expansión de la inseguridad y violencia que se vive en México y que tiene como consecuencia una grave crisis de derechos humanos. Sin duda, los medios de comunicación han tenido una importante función en la construcción de este ideario sobre la frontera. Una imagen de violencia e inseguridad que está contenida en el imaginario de los mexicanos. Élmer Mendoza, que en la llamada narcoliteratura es referente, utiliza herramientas en sus novelas que él define como semántica de la agresión: “violencia verbal que se pone donde tenga significado y sirva para realzar una escena, una acción”. Semejante es el papel que juegan "las matorrangas esas", diría mi nana: los samplers y los sintetizadores. Tal y como lo dice El Difunto para Moshpit: “un sonido oscuro, crudo que trata de reflejar lo que se está viviendo a diario en la frontera… muy envolvente, con atmósferas donde se sienta esa vibra de agresividad, esa vibra de violencia”.
Aparentemente una especie de power violence. No obstante, estamos hablando de una complejidad musical que denota una experiencia bárbara en lo que hacen, un caos musical que técnicamente termina en un acoplamiento perfecto, un trabajo muy cuidado, opinarán que se trata de una banda innovadora e inclasificable, sin lugar a dudas, y precursores o creadores del narcore. Con influencias muy notorias de los padres de San Diego: The Locust (cuya política central adoro: solamente tocan en shows organizados para todas las edades), además de Daughters (le creemos al prodigioso guitarrista y voz de Carnero Negro que incansablemente lo menciona) con ese humor de terror y suspenso en las rolas. A Carnero Negro le despierta admiración, una emoción de la familia de la sorpresa, bandas nacionales talentosísimas como Joliette, sus coterráneos Lipstick Terror y Thanatology; bandas extranjeras como Pissed Jeans y un largo etcétera que pueden conocer en la entrevista realizada por Molestando Niños Muertos.
Hablar de Carnero Negro es hablar de una presencia única en el escenario; coincido con Demonleech en que una banda como esta solo puede darse en México, porque como menciona Becerra: “la narcocultura es un fenómeno social que se vive en distintos países de América Latina, sobre todo en México, con rasgos socioculturales propios y con una fuerte presencia del narco”. Recordé las palabras del profesor Maihold para Excelsior, desde su punto de vista “la fuerza social” en la que se ha convertido el narco ha dado pie a una situación en la cual el miedo se convierte en “el central instrumento de control”. A lo que pudiésemos agregar que según Rossana Reguillo “el miedo es siempre una experiencia individualmente experimentada, socialmente construida y culturalmente compartida”. Todo el concepto de este grupo nos habla entonces de una narrativa del miedo con un sonido trepidante: Carnero Negro es un registro de la realidad, un intento por generar conciencia de que algo está ocurriendo, porque la música es también un discurso reclutador.
Ya podrán imaginarse el efecto que tuvo en el público el ver a Carnero Negro en vivo en La Capilla de los Muertos. El lugar fue el escenario perfecto, el cual visualmente a más de uno le recuerda al Foro Alicia de la Ciudad de México.
En esta tocada también estuvieron los Stress, quienes desde el verano de 1993 andaban pidiendo quebrada para aventarse un palomazo, y recién cumplieron ya 25 años desde que crearon su primera rola: “Por la causa de la mujer”.
Sirva de ejemplo (para ilustrar mejor su calibre) la biografía de Stress, donde se menciona que “siempre ha sido una banda política que no solo se para frente al escenario a vociferar contra el poder, sino que han sido colaboradores e integrantes de redes y colectivos. Musicalmente puedes encontrar en su propuesta un hardcore extremo, algo de crust, grind, d-beat, mince y noise core medio punkoso”. Cabe señalar que Stress tuvo recientemente una fiesta por su aniversario de un cuarto de siglo, donde presentaron una antología (un fanzine y un disco con material musical clásico de ensayos, de grabaciones en vivo y en estudio, así como versiones nunca antes escuchadas) como señores formales que son.
En la presentación de Carnero Negro estuve charlando con el señor Rubén, integrante honorario de Stress, acerca de las rolas sorpresas que interpretaron esa noche. Rolas más potentes y agresivas, nuevo material con muchos toques de blast beats, grindcore, doom, death y brutalidad. Algo que me gustó muchísimo es que Stress cuenta con seguidores cada vez más jóvenes, además de la chochedad brutal intergaláctica.
Abrió la noche Hyenna, quienes nos dieron chance de escuchar su propuesta crossover con letras de conciencia social y una catarsis de los problemas del día a día. Músicos de increíble experiencia y con membresía en más de una banda.
Según un estudio que publicó la BBC de Londres los bateristas de las bandas de rock tienen la misma resistencia física que un futbolista profesional. Esa noche el cartel nos ofreció a tres bateristas fabulosos: dos hermosillenses y un chikalense, toda una sensación. Fantástica oportunidad se perdieron quienes no asistieron: Carnero Negro nos hizo brujería extrema. Imploramos su regreso.
excelente reseña, que no se pierdan las bonitas costumbres de los fanzines y de reseñar lo que pasa en las entrañas de la ciudad y la escena.
ReplyDeleteMuchísimas gracias! Excelente reseña, abrazos!!!
ReplyDeleteNo conocía su trabajo, es una estupenda banda.
ReplyDeleteEs una respuesta que puede ser considerada hasta cierto punto "natural" a estos días de violencia e incertidumbre.